
La preadolescencia en las niñas es la antesala a la vida cíclica a la que llegamos la mayoría de las mujeres durante la pubertad, un espacio temporal (prepuberal) en el que las hormonas sexuales hacen su aparición en forma de oleadas, como inicio a ese vaivén cíclico que se establecerá durante toda la etapa fértil, donde sus afectos y estados internos estarán especialmente regidos por los ciclos menstruales y reproductivos.
En este preámbulo, el cuerpo femenino empieza a vivir los primeros cambios físicos, psicológicos y sensoriales que culminarán en el desarrollo de una persona adulta. Si no ha habido un acontecimiento externo, es la primera pérdida importante a la que se enfrentará una niña, por lo que es primordial enseñarle que este cambio de ciclo es único, un momento experiencial de crecimiento y motivo de orgullo.
En la preadolescencia se vive un proceso de desintegración de la personalidad infantil, conlleva un duelo por el cuerpo de niña, un momento de despedida también al cambio del pensamiento y de las relaciones con las personas adultas de referencia y con sus iguales. Se siente distinta a como era antes y empieza a necesitar más intimidad dentro de casa, lo que conlleva a un alejamiento (sano) en las relaciones con las mamás y los papás.
Suele estar preocupada por los cambios físicos que se presentan de forma acelerada, teniendo que reestructurar su imagen corporal de forma continua. Aumenta la preocupación por la apariencia física que puede intensificarse debido a un aumento (necesario) de grasa corporal, que se acumula en caderas, muslos, pecho y culo, lo que hace que se redondee su cuerpo. Esta grasa corporal servirá de reserva energética para su futura vida fértil.
Es un momento de fragilidad en el que el peso y la figura cobran mucho valor, pueden aparecer prácticas restrictivas de alimentos o por el contrario una falta de control de los impulsos que les hace comer en exceso. Sufre por su inestabilidad y labilidad emocional, el juego de las hormonas le lleva a una incapacidad de mantener un razonamiento lineal, pasando de una mentalidad infantil a un razonamiento de mujer adulta, lo que le puede hacer que se sienta muy insegura.
Con todo esto, surgen dudas y preocupaciones, principalmente con respecto al inicio de la menstruación y a su cambio físico: Fantasea en cómo será el primer día de sangrado de su primera menstruación, si estará en casa o en el colegio, si le dolerá, si usará las compresas. Se preocupa por los pelos, si se depilará o no; por sus pechos; por el sudor; por los granos; por las sensaciones corporales; por los fluidos vaginales que empiezan a aparecer; por el cuerpo que se redondea sin poderlo evitar….¿qué es todo esto?
Es por ello que más que nunca se debe de sentir aceptada y querida por su entorno familiar, todos los pesos son buenos pesos, cada cuerpo es diferente y esa diferencia es la que debe de ir integrando con aceptación y cariño; debe saber que el aumento de grasa en zonas específicas es necesario para su buen desarrollo.
Una parte importante es la alimentación en el entorno hogareño, las comidas en familias pueden ser un pilar importante de apoyo para la educación; la sobremesa ofrece el espacio ideal para comunicarse a través de la palabra y la forma en que nos relacionamos con nuestros cuerpos y nuestros alimentos; la comunicación intrafamiliar siempre es un factor de protección para nuestras hijas.
Por otro lado hace falta momentos de intimidad en los que pueda hablar de sus miedos, inquietudes y dificultades, puede ser un momento buscado o pueden surgir de forma improvisada en la cotidianidad. Como dice Ana Salvia, se necesita información, acompañamiento y una buena celebración para que la preadolescencia sea una vivencia potenciadora y fluida.
Veinte años de dedicación en el acompañamiento de niñas, niños, adolescentes y personas adultas con problemas de obesidad y trastornos de la conducta alimentaria (primero en el Hospital Vall d’Hebron y posteriormente en el Centro ABB https://anem.org.es/); años también de acompañamiento a mujeres en procesos oncológicos y mujeres en situaciones de fragilidad social, emocional y/o médica, me permiten ahora una visión holística, surgiendo un deseo profesional y personal de acompañar a través de arteterapia grupal a niñas preadolescentes en la travesía de este cambio vital.
Además de ser una intervención que puede ayudar a la prevención de trastornos de la conducta alimentaria y de sobrepeso, desea ofrecer un espacio libre de juicios en el que la niña a través de la creación artística se sienta orgullosa y segura del cambio vital que le acontece, que sepa que es un momento de agradecer y venerar la infancia que está dejando, para darle la bienvenida a un nuevo ciclo con el conocimiento necesario para cuidar, respetar su cuerpo y su persona de manera sana y amorosa, de tal forma que integre una percepción positiva de lo que significa tener un cuerpo de mujer.